Las plantas que nacen en tierra de secano aprenden muy pronto que la supervivencia es dificil. Los recursos son escasos y todo lo superfluo es un lujo. Lo más importante es desarrollar aquello que no se ve: la raíz. Las hojas tienen que ser pequeñas y duras para ahorrar agua y solo ornamentarse de flores diminutas. Las plantas más presumidas no sobreviven.
Y sin embargo no hay frutos más sabrosos que los nacidos en secano, ní plantas más nobles.
Cuando una planta de secano, acostumbrada a la rudeza de su tierra áspera, es tratada con mimo por un buen sistema de regadío, devuelve por cien los favores recibidos.
Con las personas nacidas en tierra de secano pasa lo mismo.